http://elpais.com/elpais/2015/06/04/ciencia/1433436483_917400.html
Tomar conciencia de los árboles
El Día Mundial del Medio Ambiente pide este año consumir con moderación.
Pocos lugares como los bosques agradecerán que se interiorice este eslogan
Tapones de corcho, folios, guitarras, envases y embalajes de papel y cartón, muebles de jardín, pellets
de madera utilizados como biocombustibles, resina, etcétera. Miles de
productos se pueden adquirir en el mercado certificados por estándares
de gestión que garantizan que en España y en el mundo se lleva a cabo
una explotación sostenible de los bosques de los que proceden. Son las
marcas FSC, correspondientes a las siglas Forestry Stewardship Council;
PEFC, del Programme for the Endorsement of Forest Certification; y el
más incipiente Madera Justa, impulsado en España por la Fundación
Comercio para el Desarrollo (Copade).
Una de las principales contribuciones que las
personas podemos realizar en nuestro quehacer cotidiano para fomentar
una mejor gestión de las forestas y de paso cumplir con el lema de este
año del Día Mundial del Medio Ambiente (Siete mil millones de sueños. Un solo planeta. Consume con moderación)
es buscar estas referencias en tiendas y comercios. Todo sin olvidar
otras conductas y compromisos, como prevenir y evitar incendios
forestales, no irrumpir en los bosques con ruidos y “malos humos”, optar
por la reutilización y el reciclado y consumir preferentemente madera y
otros productos forestales de origen local.
En la actualidad, las mayores presiones proceden
de la transformación completa del bosque en otros sistemas de
producción, algo que ocurre en especial en lugares como Sudamérica o el
Sudeste Asiático, donde millones de hectáreas sucumben ante plantaciones
de soja y palma o pastos para el ganado. El asunto se agrava con la
tala ilegal. Greenpeace, muy activa en la preservación de los últimos
bosques primarios (solo queda una quinta parte de la superficie
original), subraya la necesidad de frenar la explotación forestal
desmedida. Miguel Ángel Soto, responsable de la campaña de Bosques,
recuerda que “aunque en España la superficie forestal haya aumentado en
el último siglo, debemos ser conscientes de que nuestros hábitos de
consumo están vinculados con la deforestación planetaria”.
Recientemente, la ONG Forests and the European
Union Resource Network publicaba un estudio en el que denunciaba que la
Unión Europea es la mayor importadora en valor (6.000 millones de euros)
de productos procedentes de terrenos desforestados ilegalmente.
Holanda, Reino Unido y Alemania están a la cabeza de las importaciones.
En Madera Justa quieren vencer esta dinámica centrando su trabajo en
pequeños productores y propietarios y en comunidades y cooperativas
locales para poner en valor los primeros productos certificados que
salen de Honduras, Guatemala o Chile.
Un plan de ordenación
Pero, por encima de sellos y marcas, lo ideal es
que todos los bosques, sin distinción de cobertura, ubicación o especie
arbórea, tuvieran una gestión sostenible, y para ello es básico contar
con un plan de ordenación. “Nosotros no nos metemos en un proceso de
certificación con un monte que no cuente con un instrumento de
ordenación debidamente elaborado y supervisado por técnicos forestales
que tienen en cuenta los tres pilares de nuestro sistema: lograr
beneficios ambientales, sociales y económicos”, asegura Gonzalo Anguita,
director ejecutivo de FSC España. El programa Dinamiza dehesa
sostenible, de PEFC, fomenta también entre propietarios la puesta en
marcha de planes de gestión forestal sostenible en el monte más
mediterráneo presente en Andalucía, Castilla y León, Cataluña y
Extremadura.
A pesar de todos estos esfuerzos, España
suspende clamorosamente en la ordenación de sus bosques, ya que solo el
14% cuenta con planes al efecto. Mal asunto para el segundo país de la
Unión Europea con mayor extensión forestal, tras Suecia, y en un momento
de crecimiento. “Los bosques españoles están abandonados”, clamaba el
titular de la nota de prensa que emitió el Colegio Oficial de Ingenieros
Técnicos Forestales y Graduados en Ingeniería Forestal y del Medio
Natural durante la celebración del último Día Internacional de los
Bosques (21 de marzo). Otro dato demoledor afianzaba la denuncia: “la
inversión pública en gestión ha caído un 50% en los últimos años”.
“Estamos hartos de ver planes sobre el papel acumulados en cajones de
administraciones públicas que no se ejecutan por falta de inversión, con
lo que se mantienen y acrecientan los riesgos de incendios y plagas”,
afirma Raúl de la Calle, secretario general del colegio de Forestales.
Radiografía del arbolado español
J. R.
Los datos más precisos parten del último
Anuario del Medio Ambiente publicado en 2014 por el Ministerio de
Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. De él se desprende que en
España hay 27,8 millones de hectáreas de superficie forestal, de las
cuales 18,4 millones se consideran arboladas, y el resto desarboladas.
Entre las primeras dominan las frondosas (encinas, eucaliptos, robles,
castaños, fresnos…), con 10 millones de hectáreas; seguidas de las
coníferas (pinos, abetos, enebros…), son siete millones; y las masas
mixtas, con 1,4 millones.
Buena parte de las cifras proceden del tercer
Inventario Forestal Nacional (IFN3), que cuantifica nuestro patrimonio
forestal en 18.000 millones de árboles. Castilla y León se sitúa a la
cabeza, con 3.200 millones de ejemplares, por delante de Cataluña, con
2.700 millones. Los últimos puestos los ocupan Baleares y Murcia, que no
llegan a los 200 millones.
En cuanto a la propiedad forestal, la gran
mayoría es privada, el 70% del total. Las entidades locales reúnen el
22%; el Estado y las comunidades autónomas, el 6%, y el restante 2%
corresponde a comunidades de socios.
Según el anuario de Medio Ambiente, sobre el
volumen de corta para aprovechamientos forestales, madera y leña en
2012, el eucalipto domina de forma aplastante, con 5,5 millones de
metros cúbicos, seguido a larga distancia de los pinos resineros (3,7
millones) e insigne o de Monterrey (1,8 millones).
La certificación forestal en España está
dominada por el sello PEFC, con 1,8 millones de hectáreas y 730 cadenas
de custodia (productos y servicios en el mercado). La marca FSC tiene un
número de cadenas similares (716) y menos hectáreas (200.000).
La situación de los bosques y el sector forestal en España,
informe elaborado en 2013 por la Sociedad Española de Ciencias
Forestales (SECF), refleja unas cifras y una tendencia que se mantienen.
Con datos de Eurostat, resumen que “España ha aumentado su superficie a
un ritmo anual (2,19%) muy superior al de la media europea (0,51%)”.
Otro dato importante es que desde 1975 los bosques se han densificado,
pasando de un promedio de 656 a 975 árboles por hectárea. Para la SECF,
“las repoblaciones forestales y las políticas de conservación de los
recursos forestales han sido claves”.
Gonzalo Anguita señala otra causa: “El abandono
de tierras agrarias y ganaderas y su colonización por especies que
originalmente las poblaban es uno de los motivos principales del aumento
de la superficie arbolada”. Por su parte, Elena Domínguez, responsable
del programa de Bosques de WWF España, confirma que “es cierto, la
superficie forestal crece, pero observar solo ese parámetro conlleva un
análisis muy estrecho”.
La aprobación de la nueva Ley de Montes, que ha
encontrado el rechazo unánime de propietarios y profesionales forestales
y ecologistas, debería servir para mejorar los números de la gestión y
la ordenación. Así lo entienden desde el Ministerio de Agricultura,
Alimentación y Medio Ambiente (Magrama), donde afirman que “su objetivo
es mejorar la gestión para contribuir a la conservación de la
biodiversidad, la prevención de los incendios forestales, la lucha
contra el cambio climático y el aprovechamiento económico de los
montes”. Pero hay un problema, al contrario que el texto que se reforma,
el actual no obliga a presentar planes de ordenación. También es cierto
que hasta la fecha no ha servido de mucho la obligación de la anterior
normativa.
Medio Ambiente defiende una apuesta voluntaria:
“se establece la posibilidad de que las comunidades autónomas aprueben
unos modelos técnicos de gestión, a los que se pueden adherir
voluntariamente los propietarios forestales que cumplan con las
condiciones que marquen las autoridades autonómicas competentes,
considerándose estos montes ordenados”. Solo los montes de utilidad
pública y los que cuenten con alguna figura de protección están
obligados a contar con un plan de ordenación.
“Hay que implicar a la sociedad en la gestión de
los bosques”. Es el mensaje que se lanza desde todos los frentes, de
ahí la importancia de que las personas que forman esa sociedad cuenten
con referentes que les permitan dar pasos en la buena dirección.
Incentivos fiscales
Desde el Colegio de Forestales consideran
básico que se introduzcan incentivos fiscales a la inversión en gestión
forestal sostenible, y que los planes de ordenación sean redactados y su
desarrollo supervisado sus por profesionales. Raúl de la Calle afirma
que “resulta trascendental que esas inversiones se puedan desgravar
porque hacer un plan de ordenación o certificar el monte como sostenible
cuesta mucho esfuerzo y dinero, que en muchas ocasiones se destina a
conseguir un bosque de calidad para beneficio del medio ambiente y las
personas, sin rédito económico directo”. Gestionar no es fácil, insisten
desde el sector forestal, y son muchas las debilidades: falta de
rentabilidad, producciones a largo plazo por los turnos de corta,
mercados débiles, escasez de fondos públicos, catástrofes naturales,
etcétera.
Elena Domínguez apunta que “hay que asumir que
los bosques y sus propietarios dan un servicio importante a la
ciudadanía que hay que incentivar”, y señala como trascendental el
compromiso en la compra pública y privada de productos. “Hay grandes
empresas y administraciones que han entrado en esta dinámica, pero son
minoría y encima la crisis ha parado su crecimiento”, resalta. El
observatorio Ciudades por los Bosques de WWF mantiene muchas más
entidades públicas en la “lista roja” por no contar con un programa de
compra responsable que en la “lista verde”, donde solo aparecen
Barcelona, Benicarló, Gavá, Hospitalet de Llobregat, León, Madrid,
Murcia, Sant Boi de Llobregat y la Diputación de Toledo. “Muchas
empresas empiezan a notar en su balance económico que, especialmente en
Europa, se apuesta sí o sí por productos FSC”, añade Domínguez.
En FSC ponen algunos ejemplos de impactos
beneficiosos dentro de una planificación adecuada, como la unificación
de gestión en lugares como Galicia, donde reina el minifundio, lo que
permite optimizar la inversión en certificación para unos propietarios
que a veces disponen de menos de una hectárea de monte. En Andalucía hay
cuadrillas de extracción de corcho en zonas con ordenación que han
absorbido a jóvenes que padecieron el desplome del boom de la
construcción. Además, junto a explotaciones principales de madera de
pino y corcho en bosques de espacios naturales andaluces certificados
con FSC, la diversificación de la producción ha permitido reactivar
actividades tradicionales en desuso, como la recolección de palmas y
plantas aromáticas y medicinales (poleo, cantueso, laurel, orégano,
tomillo). En la actualidad se producen aceites esenciales,
ambientadores, colonias, perfumes, gel y jabones.
Es un ejemplo de todo lo que aporta el bosque,
que es mucho más que madera. Es conservación de la biodiversidad, es
recogida de setas, piñones y castañas, es ganadería extensiva, es caza y
pesca, es turismo rural e incluso energía. Propietarios y profesionales
forestales insisten en la potencialidad energética de una biomasa
forestal que crece cada año y que se podría aprovechar de forma
sostenible para producir principalmente calor en calderas domésticas,
industriales y en edificios de servicios públicos.
Elena Domínguez advierte de que lo que tenemos
encima de la mesa (la nueva Ley de Montes) no va a cambiar la situación
actual. El ministerio de Medio Ambiente defiende su política forestal
mostrando la eficacia en la lucha contra los incendios forestales, con
un descenso en la superficie afectada por las llamas. La propia
ministra, Isabel García Tejerina, ha manifestado en varias ocasiones que
“la lucha contra los incendios forestales es una de las grandes
prioridades del ministerio”. El resto del sector considera que ese
presupuesto se podría rebajar sustancialmente si el monte estuviera bien
gestionado y se fomentara la integración de la ciudadanía en esa
gestión.