I
Qué plenitud dorada hay en tu copa,
árbol, cuando te espero
en la mañana azul de cielo frío.
Cuántos agostos largos, y qué intensos
te han cubierto, doliente, de amarillos.
II
Toda la tarde se encendía
dorada y bella, porque Dios lo quiso.
Toda mi alma era un murmullo
de ocasos, impaciente de amarillo.
III
Serena de amarillos tengo el alma.
Yo no lo sé. ¿Serena?
Parece que entre el oro de sus ramas
algo verde me encienda.
Algo verde, impaciente, me socava.
Dios bendiga su brecha.
Por este hueco fértil de mis ansias
un cielo retrasado me desvela.
Ay, mi esperanza, amor, voz que no existe,
tú, mi siempre amarillo.
Hazte un sol de crepúsculos, ardiente:
ponte verde, amarillo.
sábado, 18 de diciembre de 2010
martes, 7 de diciembre de 2010
miércoles, 30 de junio de 2010
Álamo: la voz del viento
Cuando son azotados por la lluvia y el viento,
los álamos elevan una oración salvaje
y parece que muestran al negro firmamento
la hirsuta cabellera de su verde ramaje. La Rebeldía, Pablo Neruda
Las aproximadamente 40 especies de álamos son oriundas del hemisferio norte. Crecen de forma natural en los bosques de ribera, donde encuentran riego constante. Como especies autóctonas, encontramos en la Península el álamo blanco (Populus alba), el chopo (P. nigra) y el temblón (P. tremula). Estos y otros álamos y sus híbridos se plantan por su rápido crecimiento a la vera de los ríos.
En muchas comarcas de Castilla, en las que la deforestación se ha consumado hace ya siglos, el álamo es uno de los pocos árboles que cubren los paisajes desnudos. De hecho, las extensas alamedas que discurren serpenteando por los cauces son los últimos refugios del bosque inmenso que cubrió esta tierra. Proporcionan madera para construir y leña para calentarse, y sus hojas también sirven como comida para el ganado y para hacer buena cama en la cuadra, así como excelente estiércol. En otras regiones mediterráneas los álamos tienen un papel parecido en la economía, la cultura y el paisaje. Antiguamente, en la zona de Bolonia, cuando nacía una niña en la familia, se plantaba una alameda, que se cuidaba hasta su boda, día en que se regalaba como dote.
Durante el verano, el álamo es refugio fresco de pájaros, pastores y rebaños. Una suave brisa habita siempre la alameda agitando las hojas y murmurando en las copas palabras que sólo entienden los poetas. Son ellos, sin duda, los que mejor han traducido al lenguaje de los mortales su inspiración:
“Entre los numerosos pueblos que están siempre de pie, tú, oh álamo susurrante, has sido escogido de una manera conforme al misterio; irás al centro sagrado de la nación; representarás la tribu y nos ayudarás a cumplir la voluntad del Gran Espíritu. Eres un árbol benévolo y de bella apariencia; los pueblos alados han criado a sus familias sobre ti; en ti. Desde la punta de tus ramas altivas hasta tus raíces, los pueblos alados y los cuadrúpedos han hecho sus moradas. Cuando te levantes en el centro del círculo sagrado, serás la nación.” (Alce negro)
Entre los hidatsa, cada ser tiene su sombra o espíritu, pero el álamo posee una inteligencia especial. Se decía que cuando las grandes crecidas del Missouri derribaban alguno, caían gritando hasta que las raíces se desgarraban del cauce. Los más ancianos pensaban que jamás deben cortarse estos árboles y atribuían las desgracias que afligían a su tribu a la tala en tiempos modernos.
En el mito griego, el álamo tiene también especial protagonismo. La ninfa Leuce es secuestrada por Hades, quien la lleva a los infiernos. Pero era mortal, y al llegar su hora, Hades la transforma en un álamo blanco para perpetuarla. Desde entonces, vive a la orilla del río de la Memoria, límite del Tártaro que gobierna el dios infernal. Tras el descenso de Hércules a los infiernos, el héroe regresa victorioso después de vencer al Cancerbero y vuelve coronado con las ramas de este álamo blanco en señal de su victoria sobre la propia muerte. En la cultura helénica tuvo, por tanto, un sentido funerario y fue muy cultivado en los cementerios y monumentos.
Es curioso que uno de los seres vivos más grandes y antiguos del planeta sea precisamente una alameda o, más bien, un solo álamo que rebrota incesantemente de cepa desde hace 80.000 años, a lo largo de los cuales ha alcanzado una extensión de 43 hectáreas. El análisis del ADN de sus árboles demuestra que todos ellos son un mismo ser, que ha continuado creciendo hasta nuestros días en el Parque Nacional de Fishlake, en Utah (Estados Unidos).
http://www.larevistaintegral.com/5180/alamo-la-voz-del-viento.html
Las aproximadamente 40 especies de álamos son oriundas del hemisferio norte. Crecen de forma natural en los bosques de ribera, donde encuentran riego constante. Como especies autóctonas, encontramos en la Península el álamo blanco (Populus alba), el chopo (P. nigra) y el temblón (P. tremula). Estos y otros álamos y sus híbridos se plantan por su rápido crecimiento a la vera de los ríos.
En muchas comarcas de Castilla, en las que la deforestación se ha consumado hace ya siglos, el álamo es uno de los pocos árboles que cubren los paisajes desnudos. De hecho, las extensas alamedas que discurren serpenteando por los cauces son los últimos refugios del bosque inmenso que cubrió esta tierra. Proporcionan madera para construir y leña para calentarse, y sus hojas también sirven como comida para el ganado y para hacer buena cama en la cuadra, así como excelente estiércol. En otras regiones mediterráneas los álamos tienen un papel parecido en la economía, la cultura y el paisaje. Antiguamente, en la zona de Bolonia, cuando nacía una niña en la familia, se plantaba una alameda, que se cuidaba hasta su boda, día en que se regalaba como dote.
Durante el verano, el álamo es refugio fresco de pájaros, pastores y rebaños. Una suave brisa habita siempre la alameda agitando las hojas y murmurando en las copas palabras que sólo entienden los poetas. Son ellos, sin duda, los que mejor han traducido al lenguaje de los mortales su inspiración:
“Entre los numerosos pueblos que están siempre de pie, tú, oh álamo susurrante, has sido escogido de una manera conforme al misterio; irás al centro sagrado de la nación; representarás la tribu y nos ayudarás a cumplir la voluntad del Gran Espíritu. Eres un árbol benévolo y de bella apariencia; los pueblos alados han criado a sus familias sobre ti; en ti. Desde la punta de tus ramas altivas hasta tus raíces, los pueblos alados y los cuadrúpedos han hecho sus moradas. Cuando te levantes en el centro del círculo sagrado, serás la nación.” (Alce negro)
Entre los hidatsa, cada ser tiene su sombra o espíritu, pero el álamo posee una inteligencia especial. Se decía que cuando las grandes crecidas del Missouri derribaban alguno, caían gritando hasta que las raíces se desgarraban del cauce. Los más ancianos pensaban que jamás deben cortarse estos árboles y atribuían las desgracias que afligían a su tribu a la tala en tiempos modernos.
En el mito griego, el álamo tiene también especial protagonismo. La ninfa Leuce es secuestrada por Hades, quien la lleva a los infiernos. Pero era mortal, y al llegar su hora, Hades la transforma en un álamo blanco para perpetuarla. Desde entonces, vive a la orilla del río de la Memoria, límite del Tártaro que gobierna el dios infernal. Tras el descenso de Hércules a los infiernos, el héroe regresa victorioso después de vencer al Cancerbero y vuelve coronado con las ramas de este álamo blanco en señal de su victoria sobre la propia muerte. En la cultura helénica tuvo, por tanto, un sentido funerario y fue muy cultivado en los cementerios y monumentos.
Es curioso que uno de los seres vivos más grandes y antiguos del planeta sea precisamente una alameda o, más bien, un solo álamo que rebrota incesantemente de cepa desde hace 80.000 años, a lo largo de los cuales ha alcanzado una extensión de 43 hectáreas. El análisis del ADN de sus árboles demuestra que todos ellos son un mismo ser, que ha continuado creciendo hasta nuestros días en el Parque Nacional de Fishlake, en Utah (Estados Unidos).
http://www.larevistaintegral.com/5180/alamo-la-voz-del-viento.html
lunes, 28 de junio de 2010
sábado, 26 de junio de 2010
LAS PALMERAS DE ORIHUELA
EL SILBO DE AFIRMACIÓN EN LA ALDEA
Alto soy de mirar a las palmeras,
rudo de convivir con las montañas...
Yo me vi bajo y blando en las aceras
de una ciudad espléndida de arañas.
Difíciles barrancos de escaleras,
calladas cataratas de ascensores,
¡qué impresión de vacío!,
ocupaban el puesto de mis flores,
los aires de mis aires y mi río.
Yo vi lo más notable de lo mío
llevado del demonio, y Dios ausente.
Yo te tuve en el lejos del olvido,
aldea, huerto, fuente
en que me vi al descuido:
huerto, donde me hallé la mejor vida,
aldea, donde al aire y libremente,
en una paz meé larga y tendida.
Pero volví en seguida
mi atención a las puras existencias
de mi retiro hacia mi ausencia atento,
y todas sus ausencias
me llenaron de luz el pensamiento.
Iba mi pie sin tierra, ¡qué tormento!,
vacilando en la cera de los pisos,
con un temor continuo, un sobresalto,
que aumentaban los timbres, los avisos,
las alarmas, los hombres y el asfalto.
¡Alto!, ¡Alto!, ¡Alto!, ¡Alto!
¡Orden!, ¡Orden! ¡Qué altiva
imposición del orden una mano,
un color, un sonido!
Mi cualidad visiva,
¡ay!, perdía el sentido.
martes, 15 de junio de 2010
domingo, 6 de junio de 2010
viernes, 1 de enero de 2010
Nace Elena en 1907, en el seno de una familia universitaria. Su padre, José Martín Barrales, fue catedrático de Ginecología y hombre de talante progresista. Fue una de las pocas jóvenes que cursaron el bachillerato en el Instituto Padre Suarez, a comienzos de los años veinte. La poeta cursó posteriormente estudios de Magisterio y más tarde se licenció en Filosofía y Letras, en 1938. Accede por oposición al cuerpo de Bibliotecas, Archivos y Museos, en 1942, lo que le posibilitó no sólo ganarse un espacio propio en el mundo laboral, tan acotado en esos años para las mujeres, sino que también le supuso el estímulo y la tranquilidad de estar rodeada de sus más preciadas herramientas artísticas, los libros. Como consecuencia de su carrera laboral, Martín Vivaldi estuvo en Huelva, en el Archivo de Indias de Sevilla y, por fin vuelve a su Granada natal. Elena Martín Vivaldi es la poeta granadina más conocida de todos los tiempos. Su obra poética está ampliamente difundida a través de revistas literarias, habiendo sido incluidos muchos de sus poemas en antologías y traducidos para publicaciones extranjeras. Mucho se ha escrito sobre esta mujer afable, conversadora, íntima también, y de extraordinaria sinceridad poética, intentando adscribir su obra a un determinado movimiento literario.
Representa, para algunos, el punto de enlace entre la generación del 27 y todos los movimientos posteriores (Antonio Carvajal, Luis García Montero, Rafael Juarez, Javier Egea, Luis Muñoz, ...). Para Gallego Morell, “Elena Martín Vivaldi pertenece a una Andalucía poética que no va a remolque de Alberti o de Lorca, sino que enhebra con el aliento de Juan Ramón Jiménez y de Salinas después y de Becquer antes”...
Pero su poesía, de acentos íntimos y profundos, de intenso lirismo y honda tristeza, que se expresa en el lenguaje de una naturaleza sentida, interiorizada, de otoños, de lluvia, de árboles...no puede adscribirse con rotundidad a ninguno de los movimientos literarios conocidos. Elena Martín Vivaldi, sencillamente, es única, como única es la impronta de su magisterio sobre las generaciones de escritores granadinos desde la posguerra hasta el día de hoy.
Once libros han jalonado la trayectoria poética de esta singular poeta granadina. En sus primeras creaciones, se manifiesta ya esa especial sensibilidad poética que se expresa en un lenguaje claro y preciso, no exento de formas cotidianas, a través del cual nos hace partícipe de su sentimiento íntimo. Todo el desgarro entre su vitalismo y su soledad existencial, su honda tristeza, su acendrado romanticismo, su amor a la naturaleza están en estos primeros poemarios en los que es posiblepercibir la huella de Juan Ramón Jiménez: Escalera de luna, de 1945, El alma desvelada, de 1953, y Cumplida soledad, de 1958.
En Materia de esperanza, de 1968, el eje poético es el dolor interno por la maternidad frustrada. De forma similar a la “nobel” chilena Gabriela Mistral, el vacío de sus entrañas le provoca dolor, porque no nace de una decisión personal. De este modo, en esa historia de soledades en que se va conformando su trayectoria lírica, pasamos del primer desgarro inherente al desengaño amoroso a un segundo estadio proveniente del dolor de la no-maternidad.
Durante este tiempo, de 1972, representa la madurez sensitiva, intelectual y lírica de la genial poeta granadina, el momento culminante de su trayectoria poética.
Reconciliada con la soledad profunda del alma sensible, abre la puerta a una variedad temática más rica en matices y, por tanto, en acentos poéticos, alcanza con este poemario la perfección expresiva. Después vendrán títulos como: Y era su nombre mar, y Nocturnos, de 1981.
Su obra poética completa se publicó bajo el título Tiempo a la orilla, en 1985. Trece años después Elena nos dejaba, y con ella se iba una de las voces poéticas más claras y sugerentes de la literatura andaluza de posguerra. Sin embargo nos queda un testamento poético en el que su experiencia personal se universaliza y se hace experiencia colectiva.
Aunque su trayectoria poética está marcada por la indagación de los sonidos de la soledad, la poesía de Martín Vivaldi no es en absoluto pesimista, sino que insta al ser humano a acentuar las formas de sentir, con la voracidad de quien no quiere perderse nada del mundo. Para lograr la perfecta comunión con el tú poético, el yo lírico se despliega en miles de fórmulas métricas, desde las más tradicionales a las complejas, pasando por el versolibrismo tan caro a la generación poética en la que Martín Vivaldi desarrolla su labor.
Este legado humano y poético que la poeta granadina nos ha dejado obtuvo en vida merecido homenaje. Así, en el II Encuentro de poetas andaluces de 1982, su nombre fue aclamado como el de maestra indiscutible de las generaciones posteriores a la suya.
En 1988 recibió el nombramiento de Hija predilecta de Granada. Fue, así mismo, galardonada con la medalla de la Real Academia de Bellas Artes de Granada y son más los honores que se le rindieron y que no nombramos por no ser prolijos. Pero, sin duda, el mejor homenaje que se le puede hacer a Elena Martín Vivaldi es revivirla en la lectura íntima y sosegada de sus versos, aprendiendo de ella no sólo la maestría poética, sino también de su bagaje humano inmenso.
Obras
- Escalera de luna ( Granada, "Viento del Sur, 1945)
- El alma desvelada ( Madrid, "Insula", 1953)
- Cumplida soledad ( Granada, "Veleta al sur", 1958)
- Arco en desenlace ( Granada, "Veleta al sur", 1963)
- Materia de esperanza ( Granada, "Albaicin", 1968)
- Diario incompleto de abril ( Malaga, Angel Caffarena editor, 1971)
- Durante este tiempo ( Barelona, Col. "El Bardo", 1972)
- Cumplida soledad. Antologia 1953-1976.( Granada.Col. "Silene", 1976)
- Los arboles presento. Seleccion, introducion y notas de Fidel Villar Ribor. Con un prologo de Antonio Gallego Morell. ( Granada. Universidad de Granada, 1977)
- El jardin escrito, 1984.Poema inèdito dedicado a Salvador Lòpez Becerra
Bibliografía Crítica
- Amusco Alejandro " La poesia de E.M. Vivaldi en el centro de la soledad", en Hora de poesia, nums.34-35, Barcelona,1994,pags.159-164.
- Cano, Josè Luis, " Los Nocturnos de E.M.Vivaldi", en Poesia espanola en tres tiempos, Granada, Don Quijote, 1984, pags.157-160.
- Guiterrez, Josè, Manual de nostalgias. Invitacion a la poesia de E.M.Vivaldi, Granada, Silene, 1982.
- Molina Campos, Enrique, "E.M. Vivaldi y su obra poetica ", en Nueve ensayos sobre poesia espanola contemporanea, Granada, Ubago, 1990.
- Moron Olivares, Eva, " Vivir en soledad de amor: los Nocturnos de E.M. Vivaldi", En J. Romera Castillo y F. Guiterrez Carvajo, Poesia Historica y (auto)biografica, Madrid, Visor Libros, 2000pag443-452
- Moron Olivares, Eva, "Honda es la herida". Editorial Universidad de Granada, 2007
- Moron Olivares, Eva, "La palabra desvelada". Editorial Universidad de Granada,2006
- Muniz Romero, Carlos, Seis poetas granadinos posteriores a Garcia Lorca, Granada, biblioteca de Escritores Y temas Granadino, 1973, pag 107-130
- Soria Olmedo, Andres, Literatura en Granada, (1898-1998). POesia, Granada, Diputacion, 2000 pag 65-67
- "Unos labios dicen"
http://www.escritorasypensadoras.com/fichatecnica.php/157
Representa, para algunos, el punto de enlace entre la generación del 27 y todos los movimientos posteriores (Antonio Carvajal, Luis García Montero, Rafael Juarez, Javier Egea, Luis Muñoz, ...). Para Gallego Morell, “Elena Martín Vivaldi pertenece a una Andalucía poética que no va a remolque de Alberti o de Lorca, sino que enhebra con el aliento de Juan Ramón Jiménez y de Salinas después y de Becquer antes”...
Pero su poesía, de acentos íntimos y profundos, de intenso lirismo y honda tristeza, que se expresa en el lenguaje de una naturaleza sentida, interiorizada, de otoños, de lluvia, de árboles...no puede adscribirse con rotundidad a ninguno de los movimientos literarios conocidos. Elena Martín Vivaldi, sencillamente, es única, como única es la impronta de su magisterio sobre las generaciones de escritores granadinos desde la posguerra hasta el día de hoy.
Once libros han jalonado la trayectoria poética de esta singular poeta granadina. En sus primeras creaciones, se manifiesta ya esa especial sensibilidad poética que se expresa en un lenguaje claro y preciso, no exento de formas cotidianas, a través del cual nos hace partícipe de su sentimiento íntimo. Todo el desgarro entre su vitalismo y su soledad existencial, su honda tristeza, su acendrado romanticismo, su amor a la naturaleza están en estos primeros poemarios en los que es posiblepercibir la huella de Juan Ramón Jiménez: Escalera de luna, de 1945, El alma desvelada, de 1953, y Cumplida soledad, de 1958.
En Materia de esperanza, de 1968, el eje poético es el dolor interno por la maternidad frustrada. De forma similar a la “nobel” chilena Gabriela Mistral, el vacío de sus entrañas le provoca dolor, porque no nace de una decisión personal. De este modo, en esa historia de soledades en que se va conformando su trayectoria lírica, pasamos del primer desgarro inherente al desengaño amoroso a un segundo estadio proveniente del dolor de la no-maternidad.
Durante este tiempo, de 1972, representa la madurez sensitiva, intelectual y lírica de la genial poeta granadina, el momento culminante de su trayectoria poética.
Reconciliada con la soledad profunda del alma sensible, abre la puerta a una variedad temática más rica en matices y, por tanto, en acentos poéticos, alcanza con este poemario la perfección expresiva. Después vendrán títulos como: Y era su nombre mar, y Nocturnos, de 1981.
Su obra poética completa se publicó bajo el título Tiempo a la orilla, en 1985. Trece años después Elena nos dejaba, y con ella se iba una de las voces poéticas más claras y sugerentes de la literatura andaluza de posguerra. Sin embargo nos queda un testamento poético en el que su experiencia personal se universaliza y se hace experiencia colectiva.
Aunque su trayectoria poética está marcada por la indagación de los sonidos de la soledad, la poesía de Martín Vivaldi no es en absoluto pesimista, sino que insta al ser humano a acentuar las formas de sentir, con la voracidad de quien no quiere perderse nada del mundo. Para lograr la perfecta comunión con el tú poético, el yo lírico se despliega en miles de fórmulas métricas, desde las más tradicionales a las complejas, pasando por el versolibrismo tan caro a la generación poética en la que Martín Vivaldi desarrolla su labor.
Este legado humano y poético que la poeta granadina nos ha dejado obtuvo en vida merecido homenaje. Así, en el II Encuentro de poetas andaluces de 1982, su nombre fue aclamado como el de maestra indiscutible de las generaciones posteriores a la suya.
En 1988 recibió el nombramiento de Hija predilecta de Granada. Fue, así mismo, galardonada con la medalla de la Real Academia de Bellas Artes de Granada y son más los honores que se le rindieron y que no nombramos por no ser prolijos. Pero, sin duda, el mejor homenaje que se le puede hacer a Elena Martín Vivaldi es revivirla en la lectura íntima y sosegada de sus versos, aprendiendo de ella no sólo la maestría poética, sino también de su bagaje humano inmenso.
Obras
- Escalera de luna ( Granada, "Viento del Sur, 1945)
- El alma desvelada ( Madrid, "Insula", 1953)
- Cumplida soledad ( Granada, "Veleta al sur", 1958)
- Arco en desenlace ( Granada, "Veleta al sur", 1963)
- Materia de esperanza ( Granada, "Albaicin", 1968)
- Diario incompleto de abril ( Malaga, Angel Caffarena editor, 1971)
- Durante este tiempo ( Barelona, Col. "El Bardo", 1972)
- Cumplida soledad. Antologia 1953-1976.( Granada.Col. "Silene", 1976)
- Los arboles presento. Seleccion, introducion y notas de Fidel Villar Ribor. Con un prologo de Antonio Gallego Morell. ( Granada. Universidad de Granada, 1977)
- El jardin escrito, 1984.Poema inèdito dedicado a Salvador Lòpez Becerra
Bibliografía Crítica
- Amusco Alejandro " La poesia de E.M. Vivaldi en el centro de la soledad", en Hora de poesia, nums.34-35, Barcelona,1994,pags.159-164.
- Cano, Josè Luis, " Los Nocturnos de E.M.Vivaldi", en Poesia espanola en tres tiempos, Granada, Don Quijote, 1984, pags.157-160.
- Guiterrez, Josè, Manual de nostalgias. Invitacion a la poesia de E.M.Vivaldi, Granada, Silene, 1982.
- Molina Campos, Enrique, "E.M. Vivaldi y su obra poetica ", en Nueve ensayos sobre poesia espanola contemporanea, Granada, Ubago, 1990.
- Moron Olivares, Eva, " Vivir en soledad de amor: los Nocturnos de E.M. Vivaldi", En J. Romera Castillo y F. Guiterrez Carvajo, Poesia Historica y (auto)biografica, Madrid, Visor Libros, 2000pag443-452
- Moron Olivares, Eva, "Honda es la herida". Editorial Universidad de Granada, 2007
- Moron Olivares, Eva, "La palabra desvelada". Editorial Universidad de Granada,2006
- Muniz Romero, Carlos, Seis poetas granadinos posteriores a Garcia Lorca, Granada, biblioteca de Escritores Y temas Granadino, 1973, pag 107-130
- Soria Olmedo, Andres, Literatura en Granada, (1898-1998). POesia, Granada, Diputacion, 2000 pag 65-67
- "Unos labios dicen"
http://www.escritorasypensadoras.com/fichatecnica.php/157
POR TU SIlENCIO AZUL
TU, luna, si me hablaras,
si debajo de tu corazòn frìo
tuvieras, libre, un alma.
Si dentro de tu silencio azul
palpitaran palabras encendidas,
a mi vencida sangre despertando.
Si tus pasos dejaran una senda
y un marcado camino
para escapar al mundo de lo incierto.
Ay, luna, si llegaras,
luz de errante desvelo,
hasta mi casa.
Si abrieras los balcones de la noche,
y entre escalas de aromas
tus manos me tendieras.
Si olvidando tu ciega indiferencia,
llenaras a mis ojos de esos verdes
paisajes, donde tienes
escondido el secreto de tu llama.
Ay, luna, siempre luna,
por tu ventura inmòvil,
inùtilmente lluna de mi llanto.
Si tu me oyeras, luna!
La lluvia
¿Cómo sería la lluvia
si no fuera de aroma,
de recuerdo,
de nube,
de color
y de llanto?
¿Cómo se oiría la lluvia,
si no brillara intensa,
pálida,
azul,
violeta,
relámpago,
arco iris
de olores y esperanzas?
¿Cómo daría la lluvia su olor,
su gris perfume,
si no fuera aquel ritmo,
aquella voz,
el canto,
eco lejano,
el viento,
una escala de ensueños?
¿Cómo sería la lluvia,
si no fuera su nombre?
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